domingo, 24 de febrero de 2008

MI PREPARACIÓN PARA LA SANTA COMUNIÓN




Mi preparación para la Santa Comunión

Sor Maria Faustina
Del Santísimo Sacramento

Congregación de las Hermanas
de la Madre de Dios de la Misericordia
1804 (2) El momento mas solemne de mi vida es cuando recibo la Santa Comunión. Anhelo cada Santa Comunión y agradezco a la Santísima Trinidad por cada Santa Comunión.
Si los ángeles pudieran envidiar, nos envidiarían dos cosas: primero, La Santa Comunión y segundo, el sufrimiento.



1805 1.+ Hoy me preparo para Tu llegada como la esposa para la llegada de su Esposo. Este Esposo mío es un gran Señor. Los cielos no logran contenerlo. Los serafines que está más cerca de Él cubren sus rostros y repiten sin cesar: Santo, Santo, Santo.
Este gran Señor es mi Esposo. A Él le cantan los Coros, ante Él se postran los Tronos, frente a su resplandor se apaga el sol. Y sin embargo este gran Señor es mi Esposo. Corazón mío, sal de este profundo asombro sobre cómo lo adoran los demás, porque no tienes tiempo, visto que se acerca y ya está a tu puerta.
Salgo a su encuentro y lo invito a la morada de mi corazón humillándome profundamente ante su Majestad. Pero el Señor me levanta del polvo y, como a su esposa, me invita a sentarme junto a Él y a confiarle todo (3) lo que tengo en mi corazón. Y yo, animada por su bondad, inclino mi sien sobre su pecho y le cuento todo. En primer lugar le digo lo que no diría jamás a ninguna criatura. Y luego hablo de las necesidades de la Iglesia, de las almas de los pobres pecadores, de cuánto necesitan su misericordia. Pero el tiempo pasa rápidamente. Jesús, tengo que salir de aquí a los deberes que me esperan. Jesús me dice que queda todavía un momento para despedirse. Una profunda mirada recíproca y por un rato nos separamos aparentemente, pero nunca realmente. Nuestros corazones están unidos continuamente; aunque por fuera estoy ocupada por distintos deberes, pero la presencia de Jesús me sumerge constantemente en un profundo recogimiento.
2. + Hoy mi preparación para la venida de Jesús es breve, pero marcada por un amor intenso. La presencia de Dios me penetra e inflama mi amor hacia Él. No hay ninguna palabra, sólo hay un entendimiento interior. Me sumerjo toda en dios a través del amor. El Señor se acerca a la morada de mi corazón. Después de recibir la Comunión apenas estoy consciente para volver a mi reclinatorio. En ese mismo momento mi alma (4) se sumerge totalmente en Dios y no sé lo que pasa alrededor. Dios me da el conocimiento interior de su Ser Divino. Estos momentos son breves, pero penetrantes. El alma sale de la capilla profundamente recogida y no es fácil distraerla. Entonces me parece que toco la tierra con un solo pie. Ningún sacrifico durante el día resulta difícil ni pesado. Cada circunstancia despierta un nuevo acto de amor.
3. + Hoy invité a Jesús a mi corazón como al amor. Tú eres el amor mismo. Todo el cielo se enciende y llena de Tu amor. Por lo tanto mi alma Te desea como una flor anhela el sol. Jesús, ven rápidamente a mi corazón, porque ves que como la flor requiere el sol, así mi corazón se [lanza] hacia Ti. Abro el cáliz de mi corazón para acoger Tu amor.
Cuando Jesús vino a mi corazón, todo vibró de vida y de calor en mi alma. Jesús, retira mi amor del corazón y llénalo con el Tuyo. Un amor ardiente y luminoso que sabe llevar el sacrificio, que sabe olvidarse completamente de si mismo.
Hoy mi día está marcado por el sacrificio……
1810 (5) 4. + Hoy me preparo para la venida del Rey.
Qué soy yo y qué eres Tú, Señor, Rey de la gloria, gloria inmortal. Oh corazón mío, ¿te das cuenta de quién viene a visitarte hoy? Sí, lo sé, pero es curioso que no puedo comprenderlo. Oh, si fuera solamente un rey, pero éste es el Rey de reyes, Señor de los señores. Antes Él tiembla todo poder y autoridad. Hoy Él viene a mi corazón. Lo oigo acercarse, salgo a su encuentro y lo invito. Cuando entró en la morada de mi corazón, mi alma se llenó de un respeto tan grande que se desmayó atemorizada, cayendo a sus pies. Jesús le dio su mano y le permitió bondadosamente sentarse a su lado. La tranquilizó: Ves, he dejado el trono de los cielos para unirme a ti. Lo que estás viendo es apenas una pequeña muestra y tu alma se desmaya de amor. ¡Cuánto se asombrará tu corazón cuando Me veas en toda la plenitud de la gloria! Quiero decirte, sin embargo, que la vida eterna debe iniciarse ya aquí en la tierra a través de la Santa Comunión. Cada Santa Comunión te hace más capaz para la comunión con Dios por toda la eternidad.
1811 Así que, Rey mío, no Te pido nada aunque sé que (6) me puedes dar todo. Te pido sólo una cosa: sé el Rey de mi corazón por los siglos, eso me basta.
Hoy renuevo la sumisión a mi Rey a través de la fidelidad de las inspiraciones interiores.
5. + Hoy no me esfuerzo en ninguna preparación especial. No sé pensar nada aunque siento mucho. Añoro el momento en que Dios venga a mi corazón. Me arrojo en sus brazos y hablo de mi incapacidad y de mi miseria. Derramo todo el dolor de mi corazón: que no soy capaz de amarle tal como deseo. Despierto los actos de fe, esperanza y amor, y de ellos vivo durante todo el día.




6. Hoy mi preparación es breve. Una fe viva y fuerte casi desgarra el velo de amor. La presencia de Dios atraviesa mi corazón como un rayo de sol el cristal. En el momento de recibir a Dios, todo mi ser está sumergido en Él. Me envuelve el asombro y la admiración viendo la gran Majestad de Dios que se rebaja hacia mí que soy la miseria misma. De mi alma brota el agradecimiento (7) por todas las gracias que me concede y especialmente por la gracia de haberme llamado a su exclusivo servicio sagrado.
7. + Hoy, en la Santa Comunión, deseo unirme a Jesús lo mas estrechamente posible a través del amor. Deseo a Dios tan ardientemente que me parece que no llegaré al momento en que el sacerdote me dé la Santa Comunión. Mi alma cae como en un desmayo por anhelar a Dios.
Después de recibirlo en mi corazón, se desgarró el velo de la fe. Vi a Jesús que me dijo: Hija Mía, tu amor Me compensa por la frialdad de muchas almas. Después de estas palabras me quedé sola, pero durante todo el día viví del acto de reparación.

8. + Hoy siento en mi alma el abismo de miseria. Deseo acercarme a la Santa Comunión como a la Fuente de Misericordia y sumergirme toda en este océano de amor.
Al recibir al Señor Jesús, me arroje en Él como en el abismo de misericordia insondable y cuanto mas sentía que era la miseria misma tanto mas aumentaba mi confianza en Él.
En esta humillación pasé el día entero.
(8) 9. + Hoy mi alma tiene la naturaleza de un niño. Me uno a Dios como el niño al Padre. Me siento plenamente la hija de Dios.
Al recibir la Santa Comunión, tuve un conocimiento mas profundo del Padre celestial y de su paternidad para con las almas.
Hoy vivo de la adoración de la Santísima Trinidad. Agradezco a Dios por haberse dignado adoptarnos, por medio de la gracia, como a sus hijos.
10. + Hoy deseo transformarme toda en el amor de Jesús y ofrecerme junto con Él al Padre celestial.
Durante la Santa Misa vi a Jesús pequeñito, en un cáliz y me dijo: Vivo en tu corazón tal y como Me ves en este cáliz.
Después de la Santa Comunión sentí en mi propio corazón los latidos del Corazón de Jesús. Aunque desde hace mucho estoy consciente de que la Santa Comunión dura en mí hasta la siguiente Comunión, hoy todo el día adoro a Jesús en mi corazón y le pido que con su gracia proteja a los niños pequeños del mal que les amenaza. La viva presencia de Dios que se deja sentir incluso físicamente dura el día entero, no me impide absolutamente cumplir con mis deberes.
(9) 11. + Hoy mi alma desea mostrar a Jesús su amor de modo particular. Cuando el Señor entró en mi corazón, me arrojé a sus pies como un capullo de rosa. Deseo que la fragancia de mi amor ascienda continuamente a los pies de Tu trono. Ves, oh Jesús, en este capullo de rosa todo mi amor a Ti; pero no solamente en este momento cuando mi corazón arde amor, sino que durante el día te daré pruebas de mi amor a través de la fidelidad a la gracia de Dios.
Hoy todas las dificultades y sufrimientos que enfrento, los captaré apresuradamente como un capullo de rosa para arrojarlos a los pies de Jesús. No importa que la mano, o más bien el corazón se cubra de sangre…..
1823 12. + Hoy mi alma se prepara para la venida del Salvador que es la bondad y la misericordia misma. Las tentaciones y distracciones me sacuden y no me dejan prepararme para la venida del Señor. Deseo fervientemente recibirte, oh Señor, porque sé que cuando vengas, me liberarás de estos tormentos. Y si Tu voluntad es que sufra, entonces fortaléceme para la lucha.
Jesús, Salvador que Te dignaste (10) venir a mi corazón, aleja estas distracciones que me impiden hablar Contigo.
Jesús me contestó: Quiero que seas como un oficial entrenado en la lucha que, entre el estruendo de las balas, sabe dar órdenes a los demás. Igualmente tu, hija Mía, entre las mas grandes dificultades, has de saber dominarte y que nada te aleje de Mi, ni siquiera tus caídas.
Hoy he luchado todo el día contra cierta dificultad que Tu, Jesús, conoces…..
1824 13. + Hoy mi corazón tiembla de alegría. Deseo mucho que Jesús venga a mi corazón. Estoy llena de un deseo ardiente, mi corazón ansioso de verlo se enciende con un amor cada vez mas fuerte.
Cuando Jesús vino, me arrojé en sus brazos como una niña pequeña. Le conté mi alegría. Jesús escuchaba estas manifestaciones de mi amor. Cuando le pedí perdón por no haberme preparado a la Santa Comunión, ya que pensaba continuamente en compartir [con él] esta alegría, Jesús me contestó: La mas agradable para Mi es la preparación con la cual Me has acogido hoy en tu corazón. Hoy bendigo esta alegría tuya de modo especial. Nada te turbará esta alegría en el día de hoy…..
(11) 14. + Hoy mi alma se prepara para la venida del Señor que lo puede todo, que me puede hacer perfecta y santa. Me preparo mucho para acogerle, pero de súbito tuve una dificultad: ¿cómo presentársela? La rechacé en seguida. La presentaré tal como me lo dictará el corazón.
Cuando recibí a Jesús en la Santa Comunión, mi corazón exclamó con toda la fuerza: Jesús, transfórmame en una segunda hostia. Quiero ser una hostia viva para Ti. Tu eres el gran Señor, omnipotente, Tu puedes hacerme esta gracia. Y el Señor me contestó: Tú eres una hostia viva, agradable al Padre celestial, pero medita ¿qué es una hostia? Una ofrenda. ¿Entonces…..?
Oh Jesús mío, comprendo el significado de la hostia, comprendo el significado de la ofrenda. Deseo ser una hostia viva delante de Tu Majestad, es decir, una ofrenda viva que arde para Tu gloria cada día.
Cuando mis fuerzas empiecen a disminuir, entonces la Santa Comunión me sostendrá y fortalecerá. De verdad, temo el día en que no reciba la Santa Comunión. Mi alma recibe una fuerza admirable de la Santa Comunión.
¡Oh Hostia viva, luz de mi alma!
(12) 15. + Hoy mi alma se prepara para la Santa Comunión como para un banquete de bodas en que todos los participantes lucen una belleza inexpresable. Y yo también estoy invitada a este banquete, pero no veo en mi esta belleza, sino un abismo de miseria. Y aunque no me siento digna de sentarme a la mesa, sin embargo me deslizaré por debajo de la mesa, y a los pies de Jesús mendigaré al menos las migas que caigan debajo de la mesa. Conociendo Tu misericordia me acerco a Ti, Jesús, porque antes faltará mi miseria que se agote la piedad de Tu Corazón.
Por eso, en el día de hoy alentaré mi confianza en la Divina Misericordia.
1828 16. + Hoy me envuelve la Majestad de Dios. No logro ayudarme de ningún modo para prepararme mejor. Estoy envuelta totalmente por Dios. Mi alma se inflama de su amor. Sé solamente que amo y que soy amada. Eso me basta. Procuro ser fiel al Espíritu Santo durante el día y satisfacer sus exigencias. Procuro el silencio interior para poder oír su voz…

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